Todo lo que nos rodea está en un
cambio constante. Desde la luz, el viento, el cielo, el entorno, hasta la más
pequeña gota de agua lo cambia todo. El espacio cambia con el paso del tiempo,
y eso es un hecho, pues nuestra propia ciudad natal no es la misma ahora que
hace 100 años. De hecho es gracias a esos cambios que nos damos cuenta de la
percepción del propio tiempo.
“Percibir el espacio supone todo
un proceso de abstracción. Así surge la geometría, a partir de una visión abstracta
de la naturaleza y sus formas.” – José Jiménez, Pensar el espacio
El ejemplo que voy a poner hoy de
lo que estoy diciendo, va a ser la residencia de estudiantes en la que estoy
viviendo desde hace casi 4 años, La Florida, un edificio de la avenida Orihuela
de Alicante, famosa por antaño ser la cárcel donde fusilaron a Primo de Rivera
en 1936 hace casi 80 años. Sabemos que ese tiempo ha pasado gracias a que el
espacio que nos rodea y con el que interactuamos ha cambiado, y la lúgubre
guarida de los convictos ha dado paso a juerguistas y adolescentes alocados de
erasmus. Las antiguas celdas de reclusos ahora cantan con la música resonando
en los pasillos, y la luz del sol entra durante el día, bañando de color dorado
los pasillos que antes no tenían más que el hedor de la locura y el dolor de
sus prisioneros.
Sin embargo, tengo amigas que
confirman que, al caer la noche, una vez la residencia es arropada por el manto
de la oscuridad, la visión de la residencia es totalmente distinta, y que
incluso pueden llegar a sentir presencias extrañas y la angustia que en su día
llenó el lugar, como si los espectros y las sombras del pasado nos intentaran
expresar sus sentimientos y contarnos su historia. De esta forma, al caer la
noche, la residencia pasa de dar esa sensación cálida y fresca que transmite la
ciudad de Alicante a lo largo del año, a parecer un hotel abandonado y tétrico
endemoniado consumido por el odio de los espectros que lo pueblan, como si
estuviéramos viviendo el cuento de Jack en El
Resplandor de Kubrick.
Esto demuestra que la
perspectiva, nuestra forma de ver las cosas, y en consecuencia, el espacio,
cambia con la luz, porque la luz, además de aumentar y caracterizar el espacio
mientras la oscuridad lo limita, también cambia las sensaciones que el espacio
nos transmite.
“El hombre analiza lo externo a
través del procesamiento y abstracción de la información perceptual, siendo el
fenómeno de la visión el punto de partida de una serie de complejas operaciones
que determinarán posteriormente la cualidad de sus representaciones. La
percepción se confirma como un fenómeno selectivo y activo en la medida de su
capacidad de establecer asociaciones organizadas respecto de las
discontinuidades que aparecen en el campo visual” – Iván Araujo Espejel, La percepción. El dibujo y la visión.
Para ello voy a poner un ejemplo
de la zona que sin duda es la que más llama la atención del lugar: el enorme
hall, donde tuve el placer de poder rodar mi primer corto.
Como podemos observar en la
primera foto, estamos en la entrada del hall, donde podemos ver cómo la
estructura está hecha de tal forma que la entrada, estrecha, nos dirige hasta
el final de la sala, la cual se abre de forma amplia en forma circular, como si
nos diese la bienvenida, dirigiendo nuestra mirada y atención al centro,
tentándonos a recorrer con la mirada nuestro alrededor, mientras la luz de
fuera entra por la zona frontal y trasera del edificio. En cambio esa misma
imagen cambia de noche, puesto que la cristalera por donde antes entraba la
luz, ahora está totalmente oscura, como una ola negra que fuese a devorar la
sala.
Sin embargo, el cambiar de lugar
y al oscurecer, no solo limita el espacio debido a que la falta de luz nos
impide ver, sino que hace que otros detalles que antes no éramos capaces de percibir
o que sencillamente no les dábamos importancia, ahora son determinantes. Si nos
fijamos, los balcones que rodean el hall, con la oscuridad acentúan la
sensación de que nos están observando, como si todo el edificio nos estuviera
vigilando con nosotros en el centro al igual que en su día muchos guardias y
prisioneros daban de esta forma la bienvenida al nuevo convicto, que además, al
estar en una posición contrapicada, nos causa una sensación de impotencia y
debilidad estando en el medio de la sala, da una sensación de poder al lugar.
Al igual que todo en la vida, el
espacio tiene diferentes caras, solo hay que fijarse en los factores que hacen
que se torne la cara de la moneda.
BIBLIOGRAFÍA
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