viernes, 14 de noviembre de 2014

El espacio cambiante

Todo lo que nos rodea está en un cambio constante. Desde la luz, el viento, el cielo, el entorno, hasta la más pequeña gota de agua lo cambia todo. El espacio cambia con el paso del tiempo, y eso es un hecho, pues nuestra propia ciudad natal no es la misma ahora que hace 100 años. De hecho es gracias a esos cambios que nos damos cuenta de la percepción del propio tiempo.

“Percibir el espacio supone todo un proceso de abstracción. Así surge la geometría, a partir de una visión abstracta de la naturaleza y sus formas.” – José Jiménez, Pensar el espacio

El ejemplo que voy a poner hoy de lo que estoy diciendo, va a ser la residencia de estudiantes en la que estoy viviendo desde hace casi 4 años, La Florida, un edificio de la avenida Orihuela de Alicante, famosa por antaño ser la cárcel donde fusilaron a Primo de Rivera en 1936 hace casi 80 años. Sabemos que ese tiempo ha pasado gracias a que el espacio que nos rodea y con el que interactuamos ha cambiado, y la lúgubre guarida de los convictos ha dado paso a juerguistas y adolescentes alocados de erasmus. Las antiguas celdas de reclusos ahora cantan con la música resonando en los pasillos, y la luz del sol entra durante el día, bañando de color dorado los pasillos que antes no tenían más que el hedor de la locura y el dolor de sus prisioneros.

Sin embargo, tengo amigas que confirman que, al caer la noche, una vez la residencia es arropada por el manto de la oscuridad, la visión de la residencia es totalmente distinta, y que incluso pueden llegar a sentir presencias extrañas y la angustia que en su día llenó el lugar, como si los espectros y las sombras del pasado nos intentaran expresar sus sentimientos y contarnos su historia. De esta forma, al caer la noche, la residencia pasa de dar esa sensación cálida y fresca que transmite la ciudad de Alicante a lo largo del año, a parecer un hotel abandonado y tétrico endemoniado consumido por el odio de los espectros que lo pueblan, como si estuviéramos viviendo el cuento de Jack en El Resplandor de Kubrick.

Esto demuestra que la perspectiva, nuestra forma de ver las cosas, y en consecuencia, el espacio, cambia con la luz, porque la luz, además de aumentar y caracterizar el espacio mientras la oscuridad lo limita, también cambia las sensaciones que el espacio nos transmite.

“El hombre analiza lo externo a través del procesamiento y abstracción de la información perceptual, siendo el fenómeno de la visión el punto de partida de una serie de complejas operaciones que determinarán posteriormente la cualidad de sus representaciones. La percepción se confirma como un fenómeno selectivo y activo en la medida de su capacidad de establecer asociaciones organizadas respecto de las discontinuidades que aparecen en el campo visual” – Iván Araujo Espejel, La percepción. El dibujo y la visión.

Para ello voy a poner un ejemplo de la zona que sin duda es la que más llama la atención del lugar: el enorme hall, donde tuve el placer de poder rodar mi primer corto.





Como podemos observar en la primera foto, estamos en la entrada del hall, donde podemos ver cómo la estructura está hecha de tal forma que la entrada, estrecha, nos dirige hasta el final de la sala, la cual se abre de forma amplia en forma circular, como si nos diese la bienvenida, dirigiendo nuestra mirada y atención al centro, tentándonos a recorrer con la mirada nuestro alrededor, mientras la luz de fuera entra por la zona frontal y trasera del edificio. En cambio esa misma imagen cambia de noche, puesto que la cristalera por donde antes entraba la luz, ahora está totalmente oscura, como una ola negra que fuese a devorar la sala.


Sin embargo, el cambiar de lugar y al oscurecer, no solo limita el espacio debido a que la falta de luz nos impide ver, sino que hace que otros detalles que antes no éramos capaces de percibir o que sencillamente no les dábamos importancia, ahora son determinantes. Si nos fijamos, los balcones que rodean el hall, con la oscuridad acentúan la sensación de que nos están observando, como si todo el edificio nos estuviera vigilando con nosotros en el centro al igual que en su día muchos guardias y prisioneros daban de esta forma la bienvenida al nuevo convicto, que además, al estar en una posición contrapicada, nos causa una sensación de impotencia y debilidad estando en el medio de la sala, da una sensación de poder al lugar.


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